Los libros de texto usados podrán ser reutilizados por las familias grancanarias de un curso para otro mediante el Banco de Libros Escolares puesto en marcha por la consejería de Educación y Juventud que gestiona Podemos en el Cabildo de Gran Canaria, un novedoso sistema digital de intercambio entre padres y madres de alumnos que busca ayudar a las familias a reducir el gasto en material didáctico.
Con esta medida, la administración ofrece a las asociaciones de padres y madres de alumnos (AMPAS) de la Isla, de manera gratuita, una base de datos compartida en cada centro, con total fiabilidad y control de las entregas, devoluciones y estado de cada ejemplar.
El consejero de Educación y Juventud, Miguel Montero, para quien el acceso universal a la educación supone que “los libros de texto no deben ser un artículo de lujo ni un elemento diferenciador entre el alumnado, sino gratuitos y al alcance de todos”, explicó hoy que la herramienta permite crear, además, “corrientes de colaboración entre las AMPAS de diferentes centros” con el objetivo de que las familias “cuenten cada año con los recursos didácticos necesarios para la formación de sus hijos e hijas, además del evidente ahorro ecológico que supone”.
La plataforma digital, implementada por la startup grancanaria Proyecto Edisea, permite la gestión del banco de libros gratuitos y facilita así la posesión de los libros durante el curso escolar; una solución pensada para los centros y las familias, que hasta ahora no contaban con una solución integral para toda la isla.
Tras una fase de prueba para conocer la aceptación del proyecto entre las asociaciones de padres y madres de alumnado, en la que han participado 15 AMPAS de toda la isla, la Consejería de Educación y Juventud ha aumentado la convocatoria hasta 40 AMPAS para este año. Las asociaciones interesadas pueden inscribirse antes del 15 de febrero enviando un correo electrónico a educacion@grancanaria.com para entrar en el sistema de intercambio.
Con esta medida, el Cabildo hace un llamamiento a las familias para activar y animar a la ciudadanía a sacar de sus estanterías los libros escolares en desuso, de manera que alimente una cadena de préstamos de la que las propias familias también puedan beneficiarse, más allá del evidente gesto de solidaridad que supone ante las personas más necesitadas.